domingo, 3 de febrero de 2013

Aplicación de las macro reglas al texto: Los niños de la Calle. Bartolo García Molina.2008 (Redacción. Método de organización y expresión del pensamiento, pagina 256)

Procedimiento a seguir

 
1-Se hizo un resumen del texto.
2-Se aplicó la supresión eliminando aquellas proposiciones que no fueran necesarias para mantener la macroestructura semántica del texto.
 
3-Se hizo generalizaciones al sustituir los nombres de los países mencionados y englobarlos en países latinoamericanos.
4-Se construyeron proposiciones nuevas manteniendo la coherencia y el sentido global del texto.
 

Los niños de la calle.

 
Al aplicársele las macroreglas al texto señalado dio este texto como resultado.
 
El maltrato al que son sometidos los niños indigentes de América Latina es alarmante. En Haití y República Dominicana han aumentado los casos de maltrato de estos niños aunque no a escala de otros países latinoamericanos. Parece ser que a la sociedad y a las autoridades no le importa el presente ni el futuro de ellos. Los padres no le prestan el cuidado necesario. En nuestro país todavía se puede remediar esta situación creando proyectos que involucren y que favorezcan a estos niños. Anexo.
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Resumen del texto:

 
 Los niños de la calle. En los últimos años, en Latinoamérica, se ha generalizado el maltrato y desamparo de los niños de la calle. En países como Brasil, Colombia, Argentina, etc. Se ha intensificado la persecución y posterior asesinato de estos niños. Acciones organizadas y pagadas, en ocasiones, por empresarios quienes argumentan que estos niños son un peligro para la sociedad. Pero no sólo en los países mencionados suceden estos casos; el fenómeno se ha expandido a otras naciones. Haití es una de ellas, donde diez niños fueron asesinados la semana pasada sin compasión.
 
En República Dominicana no se han llegado a las barbaries que se registran en los países mencionados, no obstante ha aumentado el número de niños que “se la buscan” de una manera u otra para poder subsistir ganándose el repudio de quienes se ven afectados.
Los niños de la calle son la alta expresión de la marginalidad social, ni su vida, ni su muerte le importa a la sociedad que lo desaparece, ya que es más fácil eliminarlos que crear mecanismos para regenerarlos.
 Los niños de la calle son, por un lado, el resultado de la falta de valores y oportunidades en las sociedades de América Latina que llevan a los padres, sin esperanzas, a desamparar sus hijos. Por otro lado, la falta de conciencia y responsabilidad de los padres permite que los hijos se desarrollen sin su cuidado y protección y la sociedad hace caso omiso de esto. Bajo esa situación se crea el ambiente propicio para que los niños se dediquen a actividades delictivas e inmorales.
 
  El país debe evitar que este mal trascienda a las dimensiones que ha alcanzado en otros países. Todavía estamos a tiempo de corregir los errores. El estado y las organizaciones que representan la sociedad dominicana deben crear un plan que involucre a los niños marginados. Ese plan debe contemplar: la construcción verdaderos centros de protección y programas que concienticen a los padres de sus responsabilidades y obligaciones hacia sus hijos. Trabajemos, con ahínco para que estos niños puedan vivir en un verdadero hogar.
 

   EL texto. Los niños de la calle

 
El desamparo y la indefensión de la niñez es un fenómeno de las últimas décadas en América Latina. Todos los días, los cables internacionales nos traen reportajes sobre las masacres horren¬das de niños sin hogares, o niños de la calle como se les ha llamado. Brasil, Colombia, Argentina, Bolivia y Perú son escenarios cotidianos de persecución y muerte de los niños y niñas indefensos. En algunos de esos países hasta se han organizado bandas de exterminio. Bandas que son financiadas por empresarios y personas de poder, alegando que los niños de 7a calle son instrumentos de los delincuentes. Recientemente, el fenómeno del exterminio de los niños llegó hasta Haití. En la semana pasada, más de diez niños pordioseros fueron brutalmente asesinados en diferentes puntos de ese país. En República Dominicana, el fenómeno no ha experimentado el dramatismo que lo ha caracterizado en las principales ciuda¬des suramericanas y haitianas. Sin embargo, cada vez es mayor la cantidad de niños que `viven", o padecen la vida, en las alcantarillas de Santo Domingo. Viven como ratas nocturnas. De noche invaden los sectores próximos al malecón. Buscan en zafacones. Piden a los clientes que degustan sus manjares en restaurantes, cafeterías y colmados. Hurtan a los despreveni-dos. Son una plaga humana. Presas fáciles de perversos. Poten¬ciales criminales. Están exiliados de la condición humana. La sociedad los mira con indiferencia, ¡y hasta con repulsión! Los niños de la calle son la máxima expresión de la marginalidad social, son los parias, los sin nombres, ni dolientes, ni defensores. Su vida ni su muerte causan impacto en la sociedad. La misma sociedad que los produce, los extermina. Porque es más fácil eliminarlos que alimentarlos, vestirlos, educarlos, cuidarlos o regenerarlos. Porque es más fácil invertir en asesinos a sueldos que en instituciones de protección a la niñez. Porque es más fácil culpar a las víctimas que atacar el mal en sus raíces. El ejército de niños que deambulan, sin hogar, sin parientes y sin mañana, por las principales ciudades de los países de América, son el resultado de la falta de oportunidad, de concien¬cia y de responsabilidad. La miseria que producen el desempleo y la injusticia en la distribución de las riquezas, compelen a muchos "padres" a aplicar la ley de "sálvese el que pueda". Abandonan a sus niños. O los mantienen en condiciones tan deplorables, que éstos dejan el "hogar" voluntariamente. En otras oportunidades, la falta de conciencia de los padres es la causa de la tragedia. Los progenitores se comportan como ani¬males reproductores, pero no saben ser padres. Entonces, loe hijos son "cosas" secundarias en su vida. No hay conciencia deis paternidad. Los hijos crecen solos, en la casa o en la calle, pero solos. La sociedad y el Estado, se ponen vendas y sordinas para no ver la injusticia que simbolizan esos cuerpos famélicos llenos de andrajos; y para no oír el grito de piedad que brota en cada intento fallido de conseguir algo para comer (o para fumar). Esa vida sin orientación ni protección es terreno fértil para la perversión y la delincuencia. Esos niños sin mañana no tienen alternativas. E1 estiércol es su hábitat. No conocen códigos morales, delinquir o morir es su dilema. La elección es obvia. La única manera de romper el ocio es entregarse a los vicios. Degradan sus cuerpos. La diversión sana, convencional no está a su alcance, por lo que buscan el entretenimiento con lo que tienen a su alcance: sus propios cuerpos. El Estado y la sociedad dominicanos no pueden esperar que el problema alcance el dramatismo que ha alcanzado en Brasil, Colombia. Bolivia, Argentina, Haití, etc. Todavía en República Dominicana estamos a tiempo de erradicar la fuente del mal. Pero no eliminando a las víctimas, que es el camino más fácil, pero más cruel e irresponsable, El Estado y las organizaciones representativas de la sociedad dominicana deben formular un plan que incluya a los niños de la calle y las causas que generan esa injusticia. El plan referido debe contemplar la construcción de centros de protección a la niñez desvalida, donde los niños sin hogares reciban alimentación adecuada, formación hogareña, urbanis¬mo, educación escolar, diversión, etc. Propongo verdaderos centros de protección a la niñez. Nomás propuestas que más bien se convierten en pretexto para amasar fortuna o para viabilizar proyectos políticos. ¡Basta de explotar la miseria de la gente! También se deben contemplar programas para concientizar a las personas de su responsabilidad como padres y como ma¬dres. Una escuela de padres no estaría mal. La radio y la televisión podrían ceder espacios para que la escuela de padres funcione con la modalidad de educación a distancia. Sin dudas que las iglesias brindaría su apoyo al proyecto que estoy proponiendo. Los niños tienen derecho a una niñez y a una adultez sana física y moralmente. Es responsabilidad de nosotros los adultos luchar para brindarles a todos 1a oportunidad de ser personas útiles a la sociedad. Luchemos todos desde nuestras trincheras para que un cálido y pulcro hogar sustituya las pútridas guaridas de los niños de la calle. (B.G)

1 comentario:

  1. pero como que "Dios les bendiga", malditos, si precisamente es en nombre de ese sanguinario "Dios" que existen los niños de la calle, los niños muriendo de hambre en el "Tercer Mundo" criminalmente mantenido por el vaticano porque SIN POBRES Y SIN IGNORANTES NO HAY RELIGIÓN. Los religiosos estáis ya más vistos que el TBO con vuestra miserable mentira que son las religiones. FUERA!

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