lunes, 12 de septiembre de 2011

analisis microestructural

Análisis microestructural del texto: Competencia lectora, desarrollo intelectual. De José Alejandro Rodríguez N. Al leer el texto: “Competencia lectora, desarrollo intelectual” nos damos cuenta que está bien cohesionado y es coherente. El autor empleó un conjunto de estrategias que le permitió mantener la continuidad temática y de este modo, lograr que el texto se desarrollara en torno a una idea central: La lectura comprensiva. Podemos notar que el término lectura y otros elementos a fines como leer y lector. Aparecen repetidamente en todos los párrafos que componen el texto. Esto permite que el tema central del texto se mantenga y no se degrade mientras progresa el desarrollo del discurso. Por otro lado, vemos como, para evitar repetir un mismo concepto y al mismo tiempo presentarlo de forma elegante, el autor acude a la reiteración de algunos elementos ya sea por sinonimia o generalización, por ejemplo, el concepto: Nociones lingüísticas equivale a conocer las reglas lingüísticas, dominar la gramática de una lengua, conocer el sistema de signos de una lengua, etc. Del mismo modo emplea la concurrencia al oponer la expresión, leer comprensivamente a decodificación de los signos gráficos o repetición de palabras, por ejemplo. Esto permite, sin dudas, fortalecer la idea de lectura que quiere presentar el autor. La sustitución de términos es característica de todo texto, por lo menos de los que sean coherentes. En el texto que analizamos se da esta relación. Podemos tomar como ejemplo las siguientes expresiones: la convierten, haciendo referencia a la lectura. Estos procesos analíticos para referirse a los componentes discursivos presentados por María Cristina Martínez, etc. Por último, es un hecho que un texto que pierda la continuidad temática dificulta, por no decir imposibilita, la compresión del mismo ya que no se sabrá a ciencia cierta, cual es su tema. Afortunadamente, este caso no se da en texto que analizamos. La continuidad temática podemos determinarla a lo interno de los párrafos por la relación tema- rema que se establece. Ejemplos: una de la manifestaciones… debido a su carácter complejo…; nociones lingüísticas… Esto es…, etc. La continuidad temática de un párrafo a otro que permite mantener la unidad se realiza por medio de los conectores lógicos, en efecto, ahora bien, una vez…, etc.

sábado, 2 de julio de 2011

UNIDADES DE LENGUA


Unidades de la lengua.         

Es la lengua el sistema de comunicación por excelencia, gracias a su capacidad de articularse doblemente. Esta capacidad permite que se estructuren unidades capaces de transmitir un mensaje completo; las unidades mínimas no significativas (fonemas) se combinan y forman unidades mínimas significativas (morfemas) y estas, a su vez, se combinan y forman unidades capaces de transmitir ideas completas, es decir, enunciado, párrafos y textos. Podemos afirmar, entonces, que la lengua es un sistema, no obstante si se quiere llevar a cabo un estudio o análisis completo de este sistema hay que desarmarlo o descomponerlo hasta llegar a sus unidades mínimas no divisibles en otras unidades. Aquí entran en juego
los diferentes niveles de análisis de la lengua, entendiéndose por análisis lingüístico, el procedimiento general que consiste en segmentar, definir y clasificar las diferentes unidades lingüísticas que componen un texto de una lengua dada.

Los diferentes especialistas de la lengua parecen coincidir en que este análisis debe hacerse tomando en cuenta los siguientes niveles:

Fonológico: que tiene como unidad básica el fonema.        

Morfémico, morfológico o morfemático: cuya unidad básica es el morfema. Cabe destacar que el cambio de nombre presente en este nivel de análisis, no altera en nada el procedimiento ni los resultados, se debe, básicamente, a la orientación metodológica del lingüista que los formuló.

 




Sintáctico y sintagmático: el cual tiene como unidad básica el sintagma.

Semántico o sémico: que tiene como unidades básicas la lexía y el semema. Realmente la lexía es la unidad básica del análisis lexical pero resulta difícil realizar el análisis semántico de una unidad sin incluir el lexical, tanto así, que algunos autores no perciben las diferencias entre ellos y lo abordan juntos. Veamos ahora más detalladamente, en qué consisten los niveles de análisis presentados anteriormente.

El análisis fonológico: como señalamos anteriormente, su unidad básica es el fonema y consiste en descubrir la cantidad de ellos que contiene un texto de una lengua dada. Se inicia con la identificación de los fonemas, la cual se puede lograr estudiando la distribución complementaria de los alófonos, segmentos fónico de la cadena hablada que permutado entre si no altera el significado del signo del cual forma parte pero conmutado por otros, hacen variar el sentido de la unidad significativa al que pertenecen. Tenemos que tomar en cuenta que al hacer el conteo de fonemas que contiene un texto no se deben repetir, además, si las letras no corresponden a sonidos realizables en una lengua, no corresponde a fonemas y por lo tanto, tampoco se toman en cuenta para el conteo. Ejemplo: en el español, la v y al ll no tienen correspondencia fonológica, por lo tanto no se toman en cuenta en el inventario de fonemas. Análisis morfemático, morfológico o morfémico: consiste en la segmentación de la cadena hablada en las unidades más pequeñas poseedoras de significado, o más bien, determinar la forma, clase o categoría gramatical de cada palabra de una oración. Cabe destacar aquí dos aspectos fundamentales en análisis morfológico: el morfo, que es cada uno de los usos individuales de cada morfema y el alomorfo, cada una de las variantes de un mismo morfema.

Nivel sintagmático y sintáctico: Cabe destacar las diferencias que hay entre el análisis sintagmático y el sintáctico ya que se parecen bastante. Según Carlisle, en el análisis sintagmático se determinan sucesiones o agrupaciones de palabras en la cadena hablada coherentemente relacionadas entre sí, mientras que en análisis sintáctico se determinan las funciones y relaciones de cada una de las unidades del tipo palabra que concurren en una unidad oracional determinada.

Para Saussure La conexión sintagmática se apoya en dos o más términos igualmente presentes en una serie efectiva, estas relaciones se dan en el carácter lineal de la lengua.
En cómo debe hacerse este análisis hay pocos inconvenientes, el problema está en la concepción de sintagmas que tienen los diferentes autores; para Saussure, el sintagma es toda sucesión coherente de unidades significativas, mientras que para Chomsky, toda cadena de elemento consecutivo, es decir, para él, el sintagma es cualquier constituyente que forme parte de un constituido.

De aquí podemos señalar, que para Saussure el sintagma siempre está formado por dos o más palabras relacionadas coherentemente, mientras que Chomsky, abre la posibilidad de que un sintagma este formado por una sola palabra, además de agregar una parte clasificatoria de éstos. Un análisis sintagmático no estaría completo, desde mi percepción, si no lleva consigo uno sintáctico.

Análisis semántico: es el procedimiento que consiste en determinar los diferentes rasgos semántico (sema) que presenta el contenido semántico o sémico (semema) de una unidad léxica dada en una lengua dada, es decir, en este análisis se determinan los rasgos distintivos que presenta que presenta un signo lingüístico en su significado o contenido. Así, por ejemplo, el semema del morfema árbol posee los siguientes rasgos semánticos o semas: plantado en la tierra, con hojas, vivo pero sin movilidad etc.

Como vimos, para analizar un texto de una lengua dada hay que descomponerlo en todas las unidades posibles y cada una de estas unidades tiene un nivel de análisis que facilita su comprensión. No existen muchas diferencias en cómo abordar estos análisis, aunque hay que señalar que algunos autores aún están sumergidos en concepciones tradicionalista, principalmente respecto al análisis semántico.

Otro problema que podemos señalar es la concepción de sintagma que tienen diferentes autores, lo que permite que el análisis sintagmático se aborde desde varias perspectivas, aquí señalaremos la saussureana y chomskiana.


Bibliografía. González, Carlisle y Benavides Celso. Introducción a la Lingüística General, 2da edición. Santo Domingo: editora universitaria. UASD.

De Saussure, Ferdinand. (1995) Curso de Lingüística General. Madrid: Alianza Editorial, S.A.

Benveniste, Emile. (1986) Problemas de Lingüística General .Colombia: Siglo XXI.

Coseriu, Eugenio. (1978) Teoría de Lenguaje y Lingüista General. Madrid: Editorial Gredos.

Collado, Jesús Antonio. (1974) Fundamentos de Lingüística General. Madrid: Editorial Gredos.

martes, 28 de junio de 2011

Características subdialectales del español dominicano

Características subdialectales del español en la República Dominicana
Antes de entrar en materia sobre las características subdialectales del español dominicano resulta pertinente ver qué es un dialecto y un subdialecto.
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española considera el dialecto como “Sistema lingüístico considerado con relación al grupo de los varios derivados de un tronco común”. Sistema lingüístico derivado de otro, normalmente con una concreta limitación geográfica, pero sin diferenciación suficiente frente a otros de origen común. De esa manera, el español es uno de los dialectos nacidos del latín.
Por otra parte, Sara Bolaño en su obra,” Introducción a la Teoría y Practica de la Sociolingüística” lo define como una forma de hablar común a un grupo social establecido en una zona geográfica que posee ciertas características propias; señala que el termino dialecto implica generalmente una variación que se da a partir de un código establecido y por todos aceptados que llamaremos estándar. (Bolaño, p. 36-38)
Considerando las definiciones anteriores podemos definir el subdialecto como la variación específica y peculiar de un dialecto localizada en un ámbito social o geográfico muy concreto. A decir de Arturo Jiménez Sabater (1999, tercera edición), El dialecto o español dominicano toma en cuenta cinco zonas o áreas: zona Norte o Cibao, zona Suroestes, zona Sudeste, zona del Distrito Nacional y zona samanense.
Iniciaremos señalando aquellas variaciones que pueden registrase en toda la geografía nacional, sin abundar mucho ya que este es un estudio subdialectal.
Los fenómenos comunes y que coinciden con gran parte de los países hispanohablantes son. El Seseo: fenómeno lingüístico por el cual los fonemas representados por las grafías "c" (ante "e" o "i"), "z" y "s" se vuelven equivalentes, asimilándose a la consonante fricativa alveolar sorda /s/. Señalado tanto por Jiménez como por Henríquez Ureña, este fenómeno es absolutamente general en toda la geografía nacional y compartido con el español de América y gran parte de España. Yeísmo: Fenómeno del habla que consiste en pronunciar la ll (palatal lateral sonora) como y (palatal fricativa sonora), por una tendencia del hablante a hacer central una articulación lateral Beísmo: este fenómeno se produce cuando pronunciamos un sonido [b] en lugar del sonido [v] Aspiración y elisión de /s/, fenómeno que se registras tanto en posición final de palabras como a final de silabas. En la conversación cuidada de la clase intelectual, la tendencia es aspirarla, pero en la clase popular y en las conversaciones descuidadas de la clase alta la tendencia es a desparecer.
Los fenómenos hasta aquí señalados pueden registrarse en otras regiones tanto del Caribe como de América Latina y España, ahora bien, existen otros fenómenos de mucha importancia que caracterizan el español dominicano y que no necesariamente deben corresponderse con otros dialectos del español. Estos se encuentran registrados en los trabajos realizados por Henríquez Ureña y Arturo Jiménez Sabater. Los veremos en los distintos niveles de lengua: fonético, fonológico, morfosintáctico y lexical.
A nivel fonético.
Con relación a las vocales acentuadas, Sabater y Henríquez Ureña coinciden en señalar que el hecho más sobresaliente, en lo concerniente a las vocales tónicas, en su persistente carácter medio abierto exentos de extremos cierre o aberturas, salvo las alteraciones producidas por una tendencia a la nasalización más o menos generalizadas y por la solución de algunos hiatos en diptongos. En sentido general, el sistema vocálico dominicano ofrece una resistencia a los cambio y en consecuencia le es fiel al español general.
En las vocales inacentuadas, los fenómenos se perciben menos propenso a la relajación aunque en áreas urbanas puede darse el fenómeno contrario, sobre todo en las generaciones jóvenes. En el sistema consonántico, a decir de Sabater, lo más significativo en la República Dominicana es la tendencia a resolver las silabas trabadas en libres. Las consonantes finales de silabas tienden a desaparecer como es el caso de la /s/ después del proceso de aspiración. (Sobre la /l/ y la /r/ final de silabas y de palabras hablaremos más adelante.) A inicio de silabas, las consonantes sufren pocas variaciones. Otras variaciones que recogen los autores señalados, que se producen, principal o exclusivamente en la clase social poco instruida (campesinos con poca o ninguna instrucción escolar) son las siguientes: Gue por G, como en agüela por abuela, güeno por bueno, güeita por vuelta. Esto es frecuente en las oclusivas sonoras. En la palabra vagamundo por vagabundo la B se convierte en M. El sonido bilabial de la P inicial, media o intervocálica no sufre alteración: pera, propina, papá. En el grupo Ps, se pierde: así cáusula por cápsula. La P seguida de T, desaparece: aseto, por acepto, conseto por concepto. El sonido fricativo de la F, no sufre alteración: Fragoso, farfullero. Pero en algunos casos su sonido se sustituye, en el lenguaje popular, por el de la J. Así Juimos por fuimos, ajuera por afuera. Dentales (T-D): La T en posición inicial no cambia: tabaco, Teresa, trueno. La D inicial, en la lengua vulgar se aspira, en las voces onde por donde, epachai por despachar, enú por desnudo. Existe el caso contrario que es agregar la D al principio de algunas palabras: diba por iba, dentro por entró. En la lengua vulgar la D final se pierde también: verdá por verdad, amitá por amistad, uté por usted.
En algunos casos se agrega al final de algunas palabras la sílaba DE: vide por vi (forma arcaica). El grupo DM y DV se vocaliza, es decir se convierte en I: aimití por admitir, aiveití por advertir, y con frecuencia ambos grupos se convierten en L o R, aimití y alvertí, este cambio no es sólo propio del lenguaje del Cibao, sino de todas las regiones del país. La D antes de N, en muchos casos se pierde, como aonde, por adonde, onde por donde4. Velares: la C seguida de O y de U es velar oclusiva: cama, cubo (con sonido de K). En posición inicial se conserva: casa, cuna. La C final sólo se conserva en voces cultas, por consiguiente, se pierde en el lenguaje vulgar: Isa por Isaac. La C seguida de E y de Y tiene sonido de S: sielo por cielo; sinta por cinta. En el grupo CC, también se vocaliza aisión por acción, y como le ocurre a la R en este caso también, según la región es sustituida por Y, o por R: aisión y arsión, por acción. La J: la J inicial siempre se pronuncia: junta, jaula, jamás; pero en posición intermedia con mucha frecuencia sustituye a la H, así: jalai, por halar, bojío por bohío, jamaca por hamaca. En los pocos casos que existen en español de J final, en ellos ésta se pierde: reló por reloj. La G: la G, que es consonante sorda en los sonidos ge, gi: Gengibre, gina, es sonora en las combinaciones ga, go, gue: Gavillero, gozo, guerra. La G intermedia permanece sin alteración: mago, ruego, final no existe. La G seguida de N, generalmente pierde su sonido: inorante por ignorante; indino por indigno. La Z: esta consonante se sustituye por la S. En la palabra pez, la Z final se sustituye por J; peje. La /r/ y /l/ ante /n/ la solución normal, exceptuando la capital, es una aspirada faríngea, ya sorda, ya sonora, ya nasalizada (pjéhna, káhne).
Nivel fonológico
Sobre el nivel fonológico señalaré, en resumen, las impresiones recogidas por Jiménez Sabater ya que Henríquez Ureña no presenta un apartado para este nivel. a) El sistema de cinco vocales permanece prácticamente idéntico al del español general b) Con respecto al sistema consonántico en posición final de silabas se perfila una sensible reducción de las posibilidades que ofrece el castellano. De los fonemas consonánticos que se han mantenido en esta posición, o sea, /d/ /0/ /s/ /l/ /r/ y /n/ solamente se conservan regularmente la n si comprendemos a la totalidad de los hablantes de la nación.
Nivel morfosintáctico
Este nivel es especial ya que las alteraciones que aquí se presentan por lo regular provienen de modificaciones que al principio operan a nivel fonético y fonológico. Tenemos el caso de la elisión de /s/, cuando es marca de plural. En este caso se producen serias modificaciones a nivel morfosintáctico. Veamos las consideraciones de Henríquez Ureña y Sabater al respecto. Para Henríquez, quien entiende que la /s/ final de silabas solo se pierde por completo entre los campesinos, siendo aspirada por las clases cultas, la noción del plural se mantiene gracias otros elementos del morfema usual (la e, cuando el plural se forma es, artículo, la n en formas verbales) pone los ejemplos lo jovene, el peje, la cosa ta buena, la cosa tan buena etc. Jiménez Sabater está de acuerdo en que este fenómeno se produce, pero no es tan simple como lo plantea el autor del Español en Santo Domingo, sostiene que no es privativo de las clases bajas ya que el fenómeno se ha extendido a la clase media y a las generaciones jóvenes de clases más elevadas.
Por otro parte, plantea la necesidad del hablante de recurrir a otros medios distintos a los señalados anteriormente para expresar el plural. Está el ejemplo del plural terminado en ses en palabras como pieses, barbuses, etc. antes privativo de la zona Sur y sureste, ahora generalizada por toda la República (Según Jiménez Sabater) Otro forma del marca el plural que señala es lo utilización de dos alomorfos – o h- que funcionan como prefijos en muchas voces que comienzan por vocal: los hombres – lo sombre o lo hombre. Por otro lado, la pérdida del morfema –s correspondiente a la segunda persona del singular de casi todos los tiempos ha provocado que se opere un reajuste morfosintáctico a través de un mayor empleo del pronombre sujeto.
Henríquez Ureña sostienes que en todo el país, en el habla rural, los verbos con g epentética después de n en los presentes venir, tener, poner… adoptan la forma de la persona nosotros en el subjuntivo para el indicativo: tengamos por tenemos, pongamos por ponemos, etc. Jiménez Sabater arroja nuevos datos a estas afirmaciones: primero sostiene que no es un fenómeno registrado en todo el país, sino de la zona norte y pequeñas aéreas de la región sudeste; segundo, no es privativo de los verbos con g epentética después de n sino, que puede oírse con cualquier verbo de la segunda y tercera conjugación.
Con relación al empleo del pretérito simple y el pretérito compuesto, Jiménez señala que los dominicanos prefieren el pretérito simple al compuesto en toda acción o suceso acaecido en el pasado, incluso si este es muy reciente.
Otros fenómenos que menciona Jiménez son: el uso de oraciones interrogativas con anomalías en la sintaxis: ¿Qué tu quieres? ¿Cuándo ella llega? Etc. Tendencia a la anteposición inmediata del pronombre personal al verbo: al yo venir, al tu enfermarte, etc. Repetición de afirmaciones o negaciones: yo no voy mañana no; yo sí me quedo sí, etc. Por su parte, Henríquez Ureña señala entre otros: la unficacion en el habla popular de los verbos en ear y en iar: pasear pasiar. En la conjugación: cambios vocalicos en el presente del subjuntivo de ir: vaye, vayemos y vayen. Formas arcaicas haiga, vide, trajieron dijieron… Uso del pronombre fósil ello: ello si hay arroz. Personalización de verbos impersonales: hubieron. Etc.
Nivel léxico
No cabe duda que el léxico en una lengua evoluciona con mucha facilidad y palabras que se usaban corrientemente en los años en que se escribió, por ejemplo, El Español en Santo Domingo hoy solo un grupo muy reducido tiene conciencia de ellas y otro ,más joven, ni siquiera las ha escuchado alguna vez. Algunas de las palabras que recoge Henríquez Ureña principalmente en habla popular y que constituyen hoy día verdadero arcaísmo son:
Alifafes (‘achaques’), anabolena (‘entrometida’), arriate (‘cantero’), ballestilla (‘arco de violín’), cecina (‘carne salada de vaca’), corcusir (‘zurcir con puntadas mal hechas’), cuesco (‘caparazón de crustáceo’), escofieta (‘especie de gorro o red para recoger el pelo de los niños’), mantuano (‘de familia patricia’), monifato (‘figura ridícula’), pateta (‘el diablo’), tollina (‘azotaina, paliza’). Asuntar (‘poner atención’), bastimento (‘vegetales’), cicatero (‘avaro, mezquino’), furnia (‘cavidad muy profunda en la tierra’), mocato (‘se aplica a la fruta o comida descompuesta, pasada’), pollera (‘falda’), soponcio (‘desmayo’). (Algunas de estas últimas pueden ser oídas a personas mayores de la zona rural)
Por otro lado, según Henríquez se ponen en diminutivos palabras que no son sustantivos o objetivos y aun frases enteras: coriendito, ahorita, juntico, arribita, etc. En los campos se registran diminutivos terminados en ingo: chiquiningo, clariningo, etc. En cuanto a los prefijos el más común, a decir de Henríquez es a, existen en arcaísmos como en palabras donde la adición es probablemente local o de la zona del Caribe: alargarto, aserrano ,etc. Por confusión con el prefijo al la l se introducen en muchas palabras que comienzan por a: alzahar, aldrede, etc. En palabras compuestas: lengualarga, malacrianza, etc. Hasta ahora he recogido las características del español dominicano más destacadas desde mi punto de vista, a nivel fonético, fonológico y morfosintáctico y léxico tomando como referencia las obras de Maximiliano Arturo Jiménez Sabater y Pedro Henríquez Ureña. Como señalé más arriba, las alteraciones mencionadas hasta ahora son más o menos generales a toda la población dominicana, sin embargo este reporte debe tratar sobre los subdialectos del español dominicano, es decir, sobre las características de cada zona indicada por Jiménez Sabater. Ahora veamos cuáles son esas características a nivel lingüístico que poseen la zona Norte o Cibao, zona Suroestes, zona Sudeste, zona del Distrito Nacional. A Samaná no la consideraré como una zona independiente ya que, Jiménez Sabater sólo se limita a observar que la mitad oriental de la península “ofrece mayor complejidad que cualquier otra área” y dice de inmediato por qué. Porque recibe “influencias tanto de la región Este como del Cibao, así como de sistemas lingüísticos extraños: inglés y dialecto haitiano”. Como vemos, no ofrece datos precisos ni sistemáticos para considerar a Samaná como una zona subdialectal.
Ya dije que Jiménez Sabater es quien ha hecho la división dialectal del español dominicano y este es el primer y único lingüista que lo ha hecho y lo hace sobre la base de la distinta pronunciación de los fonemas líquidos /r/ y /l/ en posición final de sílaba y de palabra.
Zona Norte o Cibao
Podemos afirmar que el dialecto cibaeño es la variante dilecta o subdialectal de mayor alcance en la República Dominicana. Constituye la forma de comunicación de catorce de las treinta y una provincias del país. Su característica fonética más relevante es la vocalización o semivocalización de las líquidas -r y -l implosivas, es decir final de silabas y palabras. Hay que señalar un caso presentado por Jiménez registrado en algunas localidades. Según el autor la clase media y alta de la zona opta por elidir totalmente el archifonema resultante de la neutralización de /r/ / l /r/ e /i/ en las posiciones mencionadas cuando precede cualquier vocal exceptuando la /a/ Otras características de esta zona a decir de Jiménez Sabater son: a- Vocalización de la d final de silabas y en interior de pablaras y de los grupos consonánticos cultos (aibeití, aimirai), recogidas en 19 localidades como único resultado y en otras doce como pronunciación alternativa.
b- Adopción de la forma de la primera persona del plural en el subjuntivo por el indicativo no solo en los verbos de g epentética después de n como afirma Henríquez Ureña, sino en cualquier verbo de la segunda y tercera conjugación.
C- Conservación del pronombre fósil ello.
d- Suele darse el caso de ultracorrecciones en palabras como voy soy oigo que realmente donde realmente se pronuncia la i. Las opciones pueden ser r o l ( vol, sor, olgo). También las ultracorrecciones operan en el caso de s implosiva.( Comprés en lugar de compré). En término de broma suele oírse expresiones como: ¿De dónde tú eres? – De Cotuí. _! Ah! De Costur. E- En el grupo CC, también se vocaliza aisión por acción, y como le ocurre a la R en este caso también, según la región es sustituida por Y, o por R: aisión y arsión, por acción. F- La C formando parte del grupo CT desaparece: dotoi por doctor; en el mismo grupo, la C a veces se vocaliza: faitura por factura; aituai por actuar. Zona suroeste
Lo más característico de esta zona y que, como en el caso de la zona del Cibao permite determinar de qué región proviene una persona es la neutralización de /l/ en /r/ con preferencia marcada en la R.( veRde azur). Respecto a los infinitivos sin pronombre eclíptico la norma en esta zona es la caída de la /r/, lo mismo que en el sudeste. Zona sudeste
Según Jiménez Sabater lo más característico en esta zona es la articulación de un sonido germinado, producto de asimilación de /r/ /l/ a la consonante siguiente. Para los grupos rs y ls, según Jiménez, pueden darse dos realizaciones posibles: la l y la r se reducen a una realización muy débil intermedia entre l y r y la vez un poco ensordecida, mientras la /s/ retrasa su punto de articulación convirtiéndose en una auténtica apicoalveolar cóncava, la segunda variante más evolucionada que la anterior acusa la desaparición total del sonido implosivo procedente de de /l/ y /r/ quedando solo una /s/. Zona del Distrito Nacional
Aparte de los fenómenos señalados que son comunes a casi todas las aéreas del país la variación más significativa es la neutralización de /r/ en /l/ Conclusiones. Como pudimos ver, el español dominicano presenta un conjunto de elementos que lo caracterizan. Muchos de ellos privativo del dialecto dominicano y otros que comparte con la comunidad hispanohablante. Además, la República Dominicana, en sus cuarenta y ocho mil kilómetros cuadrados, posee cuatro zonas subdialectales bien definidas con características propias y, a decir de algunos autores, una quinta zona: Samaná. Esto hace de la nación dominicana un lugar fecundo para las investigaciones sociolingüísticas y dialectales.
Para llevar a cabo esta investigación me fundamenté en las obras de Pedro Henríquez Ureña y Max Arturo Jiménez Sabater, EL español en Santo Domingo y Más Datos Sobre el Español Dominicano. No podemos negar la importancia de estas dos obras en los estudios lingüísticos del español dominicano. La obra de Henríquez Ureña puede ser considerada el libro más importante que se ha escrito sobre el dialecto dominicano. Todavía no aparece una obra de conjunto que supere la descripción general de nuestro español que presenta este texto. Aunque es ya un texto anacrónico.
Por su parte, la obra de Jiménez Sabater es la más importante que se ha escrito de carácter dialectológico sobre el español dominicano porque es la única que revela datos relativos a toda la geografía nacional y además, el análisis que realiza el autor es sumamente exhaustivo. Sin embargo, sabemos que el español dominicano ha ido cambiando progresivamente y que muchos de los fenómenos registrados por estos autores hoy han disminuido, aumentado o desparecido. Es el caso de la vocalización registrada en la zona norte.
Investigaciones más recientes demuestran que este fenómeno no es tan generalizado ni persistente como indican los autores. Investigaciones realizadas por Orlando Alba y otros lingüistas demuestran que el fenómeno de la vocalización ha disminuido en los habitantes del Cibao, tanto que llegan a considerar una exageración las afirmaciones hechas Henríquez Ureña y Jiménez Sabater. Estoy tatamente de acuerdo con Alba, no he hecho una investigación pero visito con frecuencia la zona norte y puedo notar como la vocalización no es tan homogénea, tanto que podemos encontrar en una misma familia personas que vocalizan (los mayores por lo regular) otros, que como señala Jiménez pronuncian un fonema intermedio en /l/ /r/ y la /i/ y otros que omiten estos sonidos.
No podemos negar que en la época que se recogieron los datos para escribir El Español En Santo Domingo y la obra de Jiménez la población dominicana tenía acceso restringido a la educación. Solo una parte privilegiada de la población podía educarse y alcanzar títulos universitarios, La otra, apenas llegaba a un segundo o un tercero de primaria, esto es, lo que podían ir a las escuelas, mucho ni siquiera llegaban a leer y escribir. Sabemos que la enseñanza de la lengua escrita lleva al alumno a apropiarse de lengua estándar o de prestigio.
Lo mismo sucede en las demás zonas. La región suroeste, por ejemplo, donde los autores afirman que predomina la neutralización de /l/ en /r/ con preferencia por archifonema R, Carlisle Gonzales Tapia, en una investigación publicada en la web señala lo siguiente. En la zona suroeste podemos afirmar, sobre la base de datos cuantificados, que sólo en Baní y en Azua predomina la neutralización de la /l/ en /r/ “con preferencia marcada en /R/”. En las demás provincias, principalmente en Barahona y San Juan de la Maguana no predomina el archifonema /R/, sino el cero fonético, es decir, la elisión completa de los sonidos respectivos. El mismo autor, sobre la zona sudeste y el Distrito Nacional señala: Por lo que respecta a la zona sudeste sólo existe una clara predominancia de “un archialófono producto de la asimilación de /r/ o /l/ a la consonante siguiente” en la provincia de Hato Mayor y posiblemente, porque todavía no existen datos cuantificados, en algunas zonas rurales de la provincia de Monte Plata. En provincias como San Pedro de Macorís y La Romana, dos de las más pobladas, el fenómeno de la geminación no fue registrado en nuestra investigación En la zona del Distrito Nacional también existe, aunque Arturo Jiménez no lo dice, una diversidad de resultados distintos de la pronunciación de /r/ y /l/ en posición final de sílaba y de palabra que comprenden la neutralización de /r/ en /l/, la geminación o duplicación, el cero fonético, etc. En la ciudad capital (zona urbana) predomina el cero fonético, según datos cuantificados de 1984* (www.bpm.uasd.edu.do/Members/carlisle_gonzalez/linguistica/el-espanol-cibaeno.doc.)
Sin embargo, otros fenómenos como la adopción de la forma de la primera persona del plural en el subjuntivo por el indicativo en los verbos de g epentética después n, como señala Henríquez o en cualquier verbo de la segunda y tercera conjugación como indica Jiménez, se mantiene en la región del Cibao principalmente.
Quizás el fenómenos más importante para ser tomado en cuanta la elisión /s/ marca del plural, que afecta a toda la población dominicana en todas las clases sociales. Aunque Henríquez sugieres que se da solo en la clase popular ya Jiménez en sus investigaciones advirtió que fenómeno había calado la clase media y algunos sectores de la clase alta. El problema con este fenómeno es que al desparecer la marca del plural de los verbos de la segunda persona, y que posteriormente se ha propagado a las demás personas, los hablantes hemos buscado otras alternativas para comunicar el plural provocando un reajuste morfosintáctico a través del empleo de pronombres sujetos. Además de esto Jiménez Sabater señala lo siguiente respecto al fenómeno: Las marcas del plural –s y –es han sido reemplazados por: -Determinantes antepuestos como lo (los) uno (unos) esto (estos) aquello (aquellos), etc. Un morfema final –e en aquellas palabras en las que el castellano requiere –es. -Un morfema –se en muchas palabras terminadas por vocal, sobre todo femenina. -Dos alomorfos s- o h- que funcionan como prefijos, muchas veces que comienzan por vocal. Estos fenómenos que en principio solo afectaban el orden fonético y fonológico han trascendido al orden morfosintáctico, según Jiménez, en el rompimiento de la concordancia numérica sustantivo-adjetivo y, consecuentemente una rigidez en el orden sintagmático de las palabras y en cuanto a la concordancia sujeto- verbo se produce un aumento considerable de las posibilidades de confusión y ambigüedad. Si esto permaneciera en la legua oral no habría muchos problemas, pero ha afectado la lengua escrita provocando dificultades en la compresión de textos formales y en la redacción.
En escritos recogido por el autor pueden verse ejemplos en los que el sujeto aparece con la marca del singular y el verbo correspondiente con la marca del plural. Ejemplo: La tragedia de los caminos malos están todavía sin resolver… Los periodos de lluvia trae como consecuencia que… Aunque el autor menciona otras incongruencias estos dos ejemplos valen para que suene la alarma alertando cuan profundo ha penetrado el problema que Henríquez, en su obra, atribuyó solo a la clase popular en la legua oral.
Esto nos lleva a reflexionar sobre el papel que debemos desempeñar los maestros en la instrucción de los alumnos. Si el fenómeno era persistente en la época que Jiménez recogió sus datos, seguro que ahora es más problemático. Se hace necesario que el profesor de lengua se actualice y adquiera las competencias necesarias para poder salir del problema, primero, y segundo para poder corregirlo en sus alumnos ya que no es un secreto la deficiente preparación de los docentes en nuestro país.

sábado, 18 de junio de 2011

Reseña de la obra: Cómo enseñar a hacer cosas con la palabras de Carlos Lomas

Reseña del libro: Cómo enseñar a Hacer Cosas con las Palabras.
Carlos Lomas es doctor en Filología, catedrático de educación secundaria y asesor de formación en el Centro del Profesorado de Gijón (España). Director de SIGNOS y codirector de TEXTOS, ha intervenido como docente en diferentes congresos, cursos y seminarios en España, Portugal, México, Colombia Venezuela y Puerto Rico. Es autor, entre otras obras, de "El espectáculo del deseo" (1996), "Cómo enseñar a hacer cosas con las palabras -Teoría y práctica de la educación lingüística-" (1999) y "Érase una vez la escuela -Los ecos de la escuela en las voces de la literatura-" (2007). Ha coordinado, colaborando también como autor, la edición de libros colectivos como "¿Iguales o diferentes?" (1999), "Mujer y educación" (2002), "¿Todos los hombres son iguales?" (2003) y "Los chicos también lloran" (2004). (http://libros.mysofa.es)
En esta reseña, analizaré una de sus principales obra: Cómo Enseñar a hacer cosas con las palabras, volumen I, segunda edición. . La misma está integrada por un prólogo, una resumen del libro, tres grandes capítulos, el numero tres divido en cinco subcapítulos, un glosario de términos afines a la educación, una bibliografía fundamental y un epílogo en el que, además de resumir o concluir lo dicho en su discurso, presenta la segunda parte de esta obra. La edición que trabajo fue publicada por Paidós en el año 1999. Tiene 414 páginas. El objetivo principal de Carlos Lomas en esta obra es orientar al profesorado en torno a cuáles conocimientos debe tener y cómo debe ejecutar la práctica docente de lengua con miras a lograr la adquisición y el desarrollo de la competencia comunicativa de las y los alumnos así como su capacidad de reflexión sobre la lengua y sobre la comunicación. Para esto, nos habla en primer capítulo, a modo de introducción, de los objetivos de la educación lingüística y literaria, en él hace referencia a las competencias lingüísticas que debe adquirir el estudiante y cómo los objetivos deben estar orientados a la adquisición y dominio de las habilidades expresivas, comprensivas, y metalingüística que hacen posible un uso adecuado, correcto, coherente y eficaz de lengua en las diversas situaciones y contextos de la comunicación entre las personas. Por otro lado, evalúa en este capítulo, lo que ha sido la enseñanza de de la lengua en el pasado y lo relaciona con la enseñanza en el presente y deja claro que existe un brecha entre lo que se propone el maestro como objetivos y lo que realmente enseña por lo que da recomendaciones de cómo deben abordarse los objetivos en la práctica docente. Sin embargo, aunque no dices lo que acabo de señalar en primer capítulo, es en el tercer capítulo, epígrafe 3.1; donde nos presenta sus ideas y cometarios en torno a cómo deben abordarse los objetivos de la educación lingüística para hacer más eficaz la práctica docente. Trata, entre otras cosas, la armonía que debe existir entre los objetivos curriculares y los objetivos de áreas, atendiendo que estos lleven un desarrollo progresivo y continuo.
Algo interesante y a mi parecer novedoso que plantea Lomas en este volumen es la inclusión, en los capítulos, de ejercicios de reflexión que le permiten al lector determinar y comparar sus conocimientos anteriores con los nuevos conocimientos obtenidos a través del estudio y análisis de esta obra.
En el segundo capítulo hace referencia a los programas educativos y al rol del maestro en las planificación docente en el área de la Lengua Española y la literatura, como él mismo señala “con el fin de orientar y estimular el ejercicio del pensamiento crítico en el diseño de la intervención pedagógica en el aula¨ de igual modo, hace énfasis en que el maestro debe utilizar los componentes de la planificación de manera crítica, esto es, no aceptar, pura y simplemente, los objetivos, contenidos y estrategias que se proponen en el currículo y en los libros de texto, sino que debe someterlos a escrutinio para seleccionar los que mejor se adapten a las necesidades del grupo.
Continuando en tercer capítulo (como ya señalé, este volumen comprende cinco epígrafes, lo que lo hace bastante extenso) Lomas aborda, además de los objetivos de la educación lingüística, los contenidos de la educación lingüística, la selección de los contenidos, hablar y escuchar y leer, entender y escribir.
En los contenidos de la educación lingüística, Lomas hace referencia a los tres tipos de contenidos que debe abordar el maestro en su práctica docente. Presenta la naturaleza de los contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales y explica qué tipos de conocimientos adquieren los alumnos a través de la ejecución de estos por del docente. Por otra parte, los contenidos no deben plantearse al margen de los objetivos, las estrategias y actividades ni de los criterios de evaluación, es decir, como señale anteriormente, en la elaboración y desarrollo de la práctica docente, cada uno de estos componentes, deben ser coherentes entre sí.
En la selección de los contenidos hace referencia a cuál de los tipos de contenidos (conceptuales, procedimentales y actitudinales) se debe priorizar en la enseñanza de la lengua. Nos indica que estos deben ser los contenidos procedimentales ya que estos se refieren a las destrezas y habilidades de uso orientado a conseguir una determinada finalidad. Por otro lado hace referencia los tipos de texto, para señalar cuáles textos se producen en las escuelas y fuera de ella y cómo se relacionan estos con el contexto. Propone varias teorías que clasifican los textos. Aunque esto tema parece no corresponder al de los contenidos, lo menciona aquí para alertar al lector de algunos usos y abusos pedagógicos en los materiales didácticos.
En el epígrafe 3.4, Lomas abandona lo relativos a la selección, clasificación y esquematización de los componentes de la planificación lingüística para referirse a un aspecto descuidado en la enseñanza de lengua: la oralidad. Para el autor, la ausencia de la enseñanza de la oralidad en las aulas se debe a la falta de competencia por parte del maestro ya que este carece de formación teórica y metodológica para abordar el tratamiento de la lengua oral en clase. Como una manera de orientar al lector en torno a cómo debe manejar este tema explica, a través de las consideraciones de otros autores, entre los que se encuentra Aristóteles y su retorica, las característica de los componentes de la oralidad. Es interesante una propuesta que hace Lomas para el análisis de la interacción oral a partir de la estructura del hecho comunicativo que plantea Hymes, Según la cual todo acto comunicativo presenta una situación, participantes, finalidades, productos, clave instrumentos, norma y género.
Por último, en el epígrafe 3.5 de este manual, se refiere a la lectura comprensiva y la capacidad productiva. Para Lomas, la enseñanza de la lectura y de la escritura debe tener en cuenta los usos y funciones de la lengua escrita en nuestras sociedades, orientarse al dominio expresivo y comprensivo de los diversos géneros de la escritura y adecuarse a las diferentes situaciones de comunicación en que tiene lugar en intercambio de significado entre las personas. Del mismo modo, indaga sobre los modos posibles de abordar la enseñanza de la lectura, de la comprensión y de la escritura y presenta por medio de ejercicios de reflexión algunos mecanismos de medición de la capacidad comprensiva y productiva.
En conclusión, este manual es una herramienta eficaz para el maestro de lengua que desee hacer de su práctica docente un medio para el desarrollo de la competencia comunicativa en las y los estudiantes. Los contenidos de cada tema les permiten al maestro, no sólo aprender cómo se abordan los puntos aquí tratados a la luz de las nuevas orientaciones metodológicas de la enseñanza de la lengua, sino que, y gracias al carácter dinámico en el que fue concebido el manual, puede reflexionar en torno a cómo ejecuta su práctica docente y hacer las correcciones de lugar en caso de ser necesario. Héctor René Regalado.